Anualmente, se contabilizan 200.000 matrimonios y 115.000 divorcios, la mitad de ellos antes de los diez años de convivencia.
El motivo fundamental por el que una pareja entra en crisis es el cambio en las condiciones sobre las que se constituyó la unión: pérdida de atractivo físico o de cualidades personales de alguno de los miembros, deterioro de las relaciones sexuales, disminución del tiempo que se dedica a la pareja, intensificación de las vidas paralelas, no ver cumplidas las expectativas que se tenían al iniciar la relación…
Otros factores importantes son el exceso de control sobre el otro, el incumplimiento de compromisos, la mala comunicación y la intolerancia.
Hoy los que componen la pareja tiene libertad para iniciar una relación y ponerle fin, hecho que antes no ocurría, y socialmente el matrimonio ya no es una obligación, sino una opción, fenómenos que contribuyen a la crisis de la pareja. El amor no se construye ni se mantiene solo, hay que superar conflictos y respetar al otro: una pareja debe complementarse, pero también dejar espacio al otro para que se realice como individuo. No somos clones, cada persona tiene diferentes objetivos, opiniones y gustos.
Todo esto provoca que muchas personas sean infelices por no saber afrontar estas situaciones o por el simple hecho de no encajar con otra persona. Todo ello nos lleva situaciones de dolor, depresión… que no somos capaces de solucionar solos, y la psicología nos pone el camino para superarlo.